De todas las cualidades negativas que podemos albergar y alimentar en nuestras trayectorias de vida, pienso en la más lejana y distante de la Compasión : nuestra arrogancia.
La arrogancia nace del falso sentimiento de ser los dueños del poder en alguna de sus formas, ya sea del conocimiento, ya sea de la riqueza material, o, quizás la peor de las posesiones creernos poseedores de la Verdad
Somos esencialmente vanidosos y arrogantes. Yo no escapo a esa arrogancia. Mirándolo bien es lo más difícil de trabajar y de pulir de nuestro carbón para transformarlo en diamante. Y en diamante no por su riqueza ni nobleza, sino por su belleza y transparencia, así como por su solidez y posada de los componentes maravillosos de la Luz que conforman uno de los misterios principales de nuestro Universo.Felizmente hemos sido capaces de crear y de encontrar la Música que nos ayuda a caminar por el sendero de la Compasión acariciando y volviendo la Arrogancia a su cuna.
Del Silencio más oscuro nació la Luz. Del Gran Solo nace la música
Las semillas germinan sus muertes en los surcos
la Tierra sube con mi Sangre
se evapora
danza al ritmo paulatino sincopado del viento
estremece y violenta las briznas de las semillas que no quieren morir
la Tierra es la Madre de lo Único
la Sangre es la fuente del amor
la Semilla la eterna reencarnación
Mi Verbo aquéllo que me permite ser madera de laúd
y cuerdas
que resuenan en tu espíritu y en el mío.
Así aguerrido me siento y me solazo
escuchando al gran Julian Bream tañendo al Gran Sor
(jafsc’2012)
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